Citadinos: Al tranco del amor
Como tantas bandas que surgen en los suburbios de la gran ciudad, Citadinos, liderada por los hermanos Vergatti, guitarristas ambos, surgió desde el encuentro de amigos que necesitaban expresarse en el mundo, lanzar sus ideas e imágenes al medio inmediato, tal vez detrás de un sueño o una utopía, quizás en busca de algo que peralte la existencia humana y haga del transitar cotidiano algo mediático para una finalidad superlativa, es decir, que la basura de la vida densa se haga màs soportable cuando se la coloca en función de algo más trascendente que llegar a fin de mes.
-¿Cómo se arma una banda?
-En general uno se va juntando con la gente que encuentra cerca y comparte ciertos sueños y una sensibilidad similar, no es fácil, pero cuando están las ganas se da -afirma Matías Vergatti, epicentro de la banda.
Citadinos se completa con el bajo de Ariel, la batería de Gustavo y la voz de Mariano, todos oriundos de Avellaneda, trabajadores, hijos y nietos de trabajadores de una ciudad que se fue construyendo como apéndice de la gran ciudad, de ahí el nombre de la banda, que con mucho esfuerzo construye su andar.
-¿Cómo se financia una banda “under” como ustedes?
-Así -sostiene Damián Vergatti mientras introduce su mano en el bolsillo y la extrae como sacando dinero, y estalla la risa.
Porque ellos no tienen más sostén que sus propios recursos. Es sabido que en nuestro país es muy difícil vivir de la música, que ganan más las discográficas que los músicos por la venta de los discos, que a la gente en general le cuesta mucho pagar por un show que no sea sostenido por una “fama” previa adquirida a través de los medios masivos, que la “gorra” es demasiado escueta y que casi que los jóvenes artistas deben agradecer el hecho de ser vistos por el público. Terminan pagando por tocar, esa es su realidad. Y no por falta de talento.
-En estas circunstancias, ¿qué los empuja a seguir?
-Que estamos relocos- tira Matías con humor y sigue- Es que es más fuerte la necesidad de seguir escribiendo, de seguir tocando y, por otro lado, el empuje de la gente que le gusta lo que hacés, te renueva la fe, eso es una alegría cada vez que tocamos, y además tenemos mucho para decir sobre lo que pasa y lo que va a pasar así que seguimos adelante.
Las influencias del quinteto van desde Los Abuelos da la Nada, Pappo, Serú Giran, hasta Héroes del Silencio y Pink Floyd a nivel internacional. En cuanto a las letras, se puede percibir una tendencia al existencialismo, fuertemente influenciados por William Blake, Hermann Hesse, Jim Morrison y Enrique Bunbury.
-Uno escribe sobre lo que vive, sobre lo que le pasa todos los días, lo que ve a su alrededor y lo que siente uno con eso. En el tema “Sofía”, por ejemplo, cuento la historia de una viejita que todos los días salía a sentarse en la vereda por las tardes a ver a la gente del barrio pasar, una viejita que vivía en mi cuadra y eso me generaba un montón de sensaciones que las expreso ahí, toda su historia, su vida, su construcción en el mundo, que son producto de una época, de una serie de valores en los que creía su generación, a partir de los cuales construyeron su vida y el mundo que nos dejaron.
-¿Cómo proyectan el futuro de la banda?
-El futuro llegó hace rato -lanza Damián parafraseando al Indio Solari-. No sé, llegaremos hasta donde podamos, hasta donde nos resulte divertido y útil para transmitir nuestras emociones y nuestras ideas, si algún día siento que esto es una carga y me genera sufrimiento, lo largo, el tema siempre de fondo es ser feliz y ayudar a los demás a ser felices, el resto es cartón pintado.
Y se van estos pibes rumbo al futuro incierto anhelando la felicidad mientras dejan su estela de arte, desfachatez, hermosa insolencia y rebeldía rockera. Ellos son la red que se entreteje debajo de lo que no se ve masivamente, pero son fundamentales en la construcción de lo colectivo, porque “ellos andan al tranco del amor, estos tipos soplan con el viento al rebaño y su temor” (Solari)
Gonzalo Muiños
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